MxMF VIII, ¿borrón y cuenta nueva?

Noviembre 27, 2024

La peregrinación

El último año fue convulso para los festivales de metal en México. Desde la celebración del México Metal Fest VII, fuimos testigos de la cancelación del Life After Death Horror Fest, el chisme a todo lo que da sobre Live Talent en medios nacionales, y la guerra sucia en redes sociales entre promotoras, olvidando que los verdaderos protagonistas son las bandas y su público. 

Pero sin duda un hito que marcó este año fue el conflicto/separación del festival regiomontano. Ahora había dos, y ambos iban a celebrar una octava edición: el amarillo y el verde. El primero conservando el nombre de México Metal Fest, acabando por posponerlo/cancelarlo en Monterrey. El segundo, con la mano de Cacique, cambió a MxMF, y se consolidó luego de las fallas y áreas de oportunidad de The Metal Fest en abril de 2024 en la Ciudad de México.

Yo fui a las siete ediciones pasadas. Vi su evolución. No podía romper esa tradición transformada en peregrinación.

El rugido de los motores del autobús se fundía con la emoción que palpitaba en mi pecho. Eran las 2 de la madrugada y, desde San Luis Potosí, emprendí un viaje con un montón de locos hacia la Ciudad de México, con un único objetivo: sumergirme de lleno en el caos organizado del MxMF VIII

Llegamos temprano al Velódromo Olímpico e hicimos tiempo bajo un sol radiante. Unos fueron al hotel con la esperanza de que les asignaran sus habitaciones, y otro esperamos a que diera el mediodía y nos dieran acceso. Pero invariablemente todos, donde quisiera que estuviéramos, buscaríamos un lugar que vendiera cerveza para entrar en calor.

Día 1

Pasó una hora más de lo que se anunció, pero por fin revisaron nuestros boletos y nos dejaron pasar. Al fin, con la pulsera de “preferente” en mi muñeca, me adentré en un mundo paralelo donde el metal reinaba. La playera del evento, un trofeo ganado tras horas de espera (y por pagar un poco más), ya adornaba mi cuerpo. El área de merch me tentaba con una infinidad de opciones, pero la camiseta de Alestorm, quien se presentaría al día siguiente, fue la elegida.

El primer día fue una montaña rusa de emociones. Leo Jiménez, con su energía inagotable, abrió el show principal en los dos escenarios principales, el MX Stage y el MF Stage. No esperaba que pudieran meter los dos escenarios después de lo que viví en el mencionado The Metal Fest, pero me dejaron sin argumentos. Lo lograron. 

Sin embargo, la cancelación de Enforcer fue un duro golpe, pues avisaron de último momento (sospechoso) y los organizadores trajeron algo equivalente: Voltax. Buena opción, pero muchos nos desilusionamos. Afortunadamente, Urtikaria Anal llenó el vacío con su propuesta más extrema en el Trve Stage, escenario que para llegar tenías que atravesar por un “puente” y la zona de baños que eventualmente daría un mal olor para toda persona que pasara. Regresando a Urtikaria Anal, demostraron que un show de goregrind no debe ser menospreciado pues el lugar estaba a reventar desde temprano.

Los integrantes de Legion of the Damned -de los primeros en ser anunciados en 2023- nos sumergieron en un mar de riffs brutales, pero yo esperaba a Benediction. Qué gran espectáculo ofrecieron, con grandes clásicos en su repertorio, prácticamente himnos del death metal de la vieja escuela.

El lado melódico, pero no por ello menos agresivo, siguió con Sonata Arctica y Enslaved, mismos que nos ofrecieron momentos de melancolía. A los finlandeses los vimos dos días antes en casa, con el setlist más amplio, pero aquí a pesar del tiempo corto en el escenario, sonaron increíbles y enérgicos. Los noruegos mostraron por qué son un referente en el black metal progresivo. Tocaron “Havenless”, canción que forma parte del documental “Metal: A Headbanger's Journey”, mi canción preferida.

A Samael los vimos por momentos. Los suizos fueron uno de los puntos álgidos de la jornada, con su black metal con tintes industriales. Temas como “Baphomet’s Throne” y “Black Supremacy” hicieron que el público respondiera de manera vigorosa, a pesar del intenso sol.

Satyricon nos transportaron a tiempos antiguos con su black metal clásico y moderno, tocando temas como “K.I.N.G.” y “Mother North”, los más esperados de la noche. Si bien el grupo está conformado oficialmente por Frost y Satyr -batería y guitarra/voz, respectivamente- verles con cuatro integrantes más fue genial, pues lograron transmitir esa furia característica de ellos.

Atrocity y Pestilence demostraron por qué son leyendas del death metal, cada uno con sus aportaciones técnicas y progresivas al género. Lamentable situación se suscitó con los primeros, puesto que casi al finalizar su participación, la organización decidió apagar luces y amplificadores puesto que se habían pasado del tiempo otorgado. La gran mayoría de internautas y asistentes que presenciamos tal hecho lo vimos como insulto, pero poniéndonos del lado del festival (abogado del diablo) es comprensible pues no respetaron los horarios, pudiendo retrasar los demás actos.

Hablando de caos con el tiempo. El Trve Stage fue un hervidero de bandas bestiales, con constantes cambios de horario que nos mantenían alerta y ansiosos por ver a las bandas específicas; sin embargo, este mismo hecho hizo que nos perdiéramos de bandas clave en el festival, como Cynic, Ne Obliviscaris o Arkona.

Finalmente, Dethlok, con su humor negro y su propuesta satírica en su death metal melódico, cerró la noche con broche de oro. Un escenario a oscuras, enfatizando la pantalla que proyectaba a los protagonistas de Metalocalypse en acción, fue un deleite.

A la medianoche en punto, regresábamos al autobús que nos llevaría al hotel que se reservó para el grupo de viajeros al que pertenecía. Pasadas las dos de la madrugada, ya instalados, pasábamos a los brazos de Morfeo a la espera de un día más de música extrema.

Día 2

Al día siguiente, la adrenalina seguía intacta. El descanso fue suficiente, y pasado el mediodía ya estábamos listos para la acción. 

Chelsea Grin ofreció una dosis de brutalidad con su deathcore, muy al estilo de Suicide Silence y The Black Dahlia Murder. Rápido nos fuimos al Trve Stage a ver 1349, donde no tocó Frost de Satyricon la batería, sino Kevin Kvale. Esto no importó pues la banda hizo una gran ejecución.

Regresando a los escenarios principales, Alestorm nos hizo navegar por mares de cerveza y piratas, con temas populares como la homónima “Alestorm”, “Mexico”, “P.A.R.T.Y.” y “Keelhauled”, contando con la participación especial de Patty Gurdy a cargo de ese instrumento característico de las bandas de folk, el hurdy-gurdy. Una pena que no se escuchó prácticamente por problemas en el sonido.

Las leyendas Candlemass desplegaron su poderío con clásicos del doom metal, comenzando con el himno “Bewitched”. Luego, con Forbidden comenzó la locura. Su thrash metal ochentero, directo de la Bay Area de San Francisco, nos transportó a aquellos tiempos donde la pasión se desbordaba a los primeros riffs de las guitarras. Sin palabras. Varios mosh pit se formaron, y hubo uno donde ondeaba una bandera que rezaba “La Pandilla Moshera”. Dentro de esa tormenta perfecta, me hice de una púa que lanzaron.

La tranquilidad -si se permite la expresión- regresaba con Katatonia y, de nueva cuenta, fallas en el sistema de sonido, no sonaron como debería. Así que aquí aproveché para darle otro golpe a la cartera y regresar al sitio de la merch oficial. Gran acierto pues me encontré con Jarvis Leatherby de Night Demon, y me comentó que tocaría el bajo con Cirith Ungol. Después de comprar una playera de ellos, fui al Trve Stage para agarrar buen lugar y ver a esa banda legendaria. Si bien sacaron un disco el año pasado, “Dark Parade”, este show representaba el último en México como parte de su gira de despedida.

De regreso al MX Stage y MF Stage, nos sumergimos al universo de Cattle Decapitation y Watain, cada quien con su sonido característico y catártico, manejaron un control sobre la audiencia que no despegaba la vista del escenario. Curioso que no permitieran a los blackers arrojar sangre de su cáliz (para ellos, cada concierto es un ritual), pero se las arreglaron para que el vocalista bajara con la mano ensangrentada y bautizara a los de la primera fila.

Otro plato fuerte fue Dirkschneider, encabezado por Udo, el legendario vocalista de Accept, que nos hizo revivir los grandes clásicos del heavy metal, en concreto todo el disco “Balls To The Wall”, pero no podía faltar el clásico “Fast As A Shark” como última canción. Ahí estaba en la primera fila, codeándome con Jerry, vocalista de Voltax, cantando a todo pulmón las canciones del teutón.

Y Hypocrisy, con su death metal melódico, puso el broche final a un fin de semana inolvidable. Liderados por Peter Tägtgren, y teniendo como fondo la portada de su disco “Worship”, fueron carismáticos con el público en medio de guturales y sonidos apabullantes. Apenas la quinta canción, “Fire in the Sky”, no podía creer lo que estaba presenciando. Cuando finalizaron con “Roswell 47” salió Andrey Smirnov de Dirkschneider a tocar la guitarra con ellos.

Hubiera estado perfecto que anunciaran a las bandas que integrarían la alineación para la próxima edición, así como el despliegue de fuegos artificiales, pero no los hubo.

El cansancio era evidente, pero la sonrisa no se borraba de mi rostro. La camaradería entre los metaleros era palpable. Hice nuevos amigos, reencontré a viejos conocidos y compartí momentos inolvidables. Y ahora, de regreso al autobús que me traería de vuelta a casa.

En casa

Al regresar a San Luis Potosí, la vida volvió a su ritmo normal, pero el eco del MxMF VIII seguía resonando en mi interior. Este festival no fue solo un evento musical, sino una experiencia que me marcó y que llevaré conmigo por siempre.

El último de la temporada de festivales, demostró que la escena metalera es una gran familia. La camaradería, el respeto y la pasión por la música nos unieron a todos. La gama de bandas ofreció un abanico de estilos musicales, desde el black metal más extremo hasta el heavy metal más clásico. A pesar de algunos contratiempos, la organización del festival fue eficiente y permitió que todo fluyera de manera ordenada, salvo el tema de los horarios en el Trve Stage y el sonido. Más allá de las bandas, el MxMF VIII fue una experiencia sensorial completa: la música, la gente, el ambiente, todo contribuyó a crear recuerdos inolvidables.

A mi no me importa, no me referiré al MxMF como “eme equis eme efe”, sino como lo que es, el México Metal Fest, por lo menos en espíritu, pues por más idealizada que tengamos nuestra opinión sobre el tema, a pesar de que van por la novena edición, es un festival nuevo, con muchas tablas eso sí, y eso se vio reflejado en la práctica. Nos vemos el próximo año.

Para más fotos, puedes ver la galeria del día 1 y el día 2 aquí .

*** A nosotros no nos acreditaron, pero con gusto pagamos boleto ***

Fotos por HugoEmeCe

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