Atrapados en el mosh: THE METAL FEST
Prácticamente sin dormir, poco antes de las cuatro de la mañana, tomé la carretera para acudir a la primera edición de The Metal Fest MX en el Velódromo Olímpico de la CDMX. Previamente festejaba el cumpleaños de un buen amigo. Y mientras mejor me la pasaba, se hacía más latente la idea en mi cabeza: ¿Y si me voy en vivo?
Un día antes decidí lanzarme, aunque no me acompañara nadie. El cartel se veía prometedor y valía la pena el esfuerzo de llegar temprano ya que las hostilidades comenzaban poco después de mediodía.
En el camino hice buenas migas con varios que venían en el autobús, todos animados por ver a nuestras bandas favoritas.
Al llegar y todavía sin comenzar, ya había una larga fila, misma que avanzaba con velocidad para el ingreso. De inmediato, se veía impreso el cartel en tamaño gigante para la respectiva foto, y varios puestos donde se vendía de todo: desde chalecos y parches, hasta discos y playeras. Una vez dentro, el Velódromo Olímpico mostraba un gran escenario con las características letras “MxMF” en la cumbre. Al ser un guerrero azteca -quiero suponer- la imagen del festival, un grupo de actores caracterizados nos recibían con sus grandes penachos e impresionante indumentaria.
Al contar con boleto preferente, recogí mi playera conmemorativa (mediana, aferrándome a mis años mozos donde era esbelto), y luego pasé a comprar el vaso oficial del evento en el puesto de mercancía oficial. Allí había playeras, gorras y demás parafernalia de las bandas a precios “oficiales”.
Dando un recorrido rápido por el lugar, de inmediato me percaté de que había pocos lugares para obtener comida, así como los baños que también eran limitados -menos de cuarenta- y se encontraban al fondo. Se sabía que habría área VIP, la cual se encontraba en la parte de las gradas que estaba techada. Fuera de eso, desconozco algún otro beneficio por ese cobro extra.
Uno de los sellos característicos de los organizadores es la puntualidad, y Gutalax arrancó a tiempo con el festival. Ellos se presentaron en la pre-fiesta el día anterior a pesar de retrasos en los vuelos y largas horas de viaje. Entonaron grandes poemas hechos canción, como ‘Robocock’ y ‘Diarrhero’, e incluso invitaron a Adolfo Torres de BMR al escenario con una larga participación. Desde el inicio comenzó el mosh, presagiando que el día estaría lleno de este.
Culminando el set, tocó el turno de To/Die/For. Como sólo había un escenario, se tomaba alrededor de veinte minutos para el cambio respectivo. A pesar del intenso sol, y de que los finlandeses no tocan metal extremo, la gente se quedó y disfrutó del espectáculo. La banda tiene varias fechas por México y fuimos afortunados de verlos, por lo menos con un set corto.
Tocó el turno de Atheist, quienes realmente sorprendieron por su espectacular ejecución. Su propuesta de death/thrash progresivo con toques de jazz es increíble, resaltando el trabajo de Dylan Marks en la batería. Aquí aplicó la frase que reza “vine buscando cobre y encontré oro”. Además, tropecé con ellos en el puesto de mercancía oficial más tarde y me pude tomar fotos con Kelly Shaefer y compañía.
La maldad llegó con Necrophobic. Los suecos se impusieron y tocaron brutalmente. Su música se caracteriza por sus riffs rápidos y complejos, guturales desgarradoras, y una atmósfera oscura y opresiva. A los que estábamos escuchando, nos animaban para que no cayéramos ante el intenso calor.
En este punto me di cuenta de que la siguiente banda en la lista era Death Angel, así que tomé la decisión de ir por alimentos. La fila para alguno de los dos puestos de comida era eterna. La alternativa eran las sopas instantáneas Maruchan (patrocínanos) que rondaban por el campo como las cervezas. Tardé más de una hora en adquirir una hamburguesa, misma que solía cumplir con la función de llenar la barriga. Punto bajo para el festival fue la comida simple y poca para abastecer de manera adecuada a los presentes, además de las largas filas; esto último se replicaba en los baños. O te quedabas a ver a un grupo, o lo sacrificabas para satisfacer tus necesidades básicas.
Y en esta desesperación, me llegó un mensaje que daba la mala noticia de que Mayhem no tocaría pues el vuelo de Hellhammer sufrió retrasos, haciendo imposible su llegada. A pesar de esto, la banda se comprometió a hacer una convivencia con los que siguieron, por lo que se hizo -otra- larga fila para ello.
Regresando a la música, los de la escena del thrash de la Bay Area dominaron. Mark Osegueda y compañía levantaron los ánimos cerca del atardecer y lograron que el público iniciara tres moshpits, uno en preferente y dos en general de cada lado. Simplemente genial.
Ya sin sol, lo glorioso llegó con Amorphis. Aquí sobresalió el sonido, haciendo justicia a la virtuosidad de sus integrantes con sus instrumentos, pues crearon un sonido rico y complejo. Dentro de todo el caos de la velada, nos llevaron a lo más sublime con su música.
Muchos con la pila recargada para retomar la amigable violencia, esperábamos a OverKill; sin embargo, algunos advertimos que la batería que estaban instalando pertenecía a Charlie Benante de Anthrax (en los bombos resaltaba su figura hecha Funko). Empezó a sonar ‘Can't Turn You Loose’ de The Blues Brothers. No había duda, seguían los headliners Anthrax.
Esto provocó incertidumbre, pues se desconocía si estábamos ante un cambio de horario, o si OverKill canceló como Mayhem. Esto último por lo menos se publicó en las redes sociales del festival, pero dicho cambio no se mencionó por ningún lado, menos a los que estábamos in situ. La realidad es que no se sabía nada, aunado a la poca o nula recepción de señal en nuestros dispositivos celulares. Un anuncio en pantalla o a través del micrófono hubiera bastado.
De cualquier manera, Anthrax se llevó la noche. Como volvió a la banda Dan Lilker, bajista original, tocaron temas de su primer disco “Fistful Of Metal”, lo cual ya de entrada es histórico. Boca abierta nos dejó la voz de Joey Belladona que aún saca gritos desde el fondo del alma. Tocaron todos los clásicos y nosotros correspondimos dándolo todo en el mosh.
Algo que a título personal no me agrada es la incorporación de covers en su setlist. ‘Got The Time’ y ‘Antisocial’ siempre aparecen, pero tienen mejores canciones propias que deberían tocar para los verdaderos fans. Si eres de los que dudan de su incorporación en el llamado “Big 4” del thrash, estás en un error; me atrevo a afirmar que los neoyorquinos son los que mejor talento tienen y tuvieron un éxito superior a sus colegas en los ochenta.
Tan excelsa participación tuvieron que al acabar me lancé al puesto de mercancía oficial y me compré una playera. Maldita mercadotecnia. Agradéceme, Scott Ian.
Devastados, aún faltaba OverKill, donde también tendría a un bajista especial, pues David Ellefson se incorporó a la banda de manera temporal. Con ‘Rotten To The Core’, ‘Elimination’ y ‘Coda’, emprendíamos nuestro último viaje al mosh, donde una metalera en hombros de alguien sacó una bomba de humo, y el escenario se extendió hasta nosotros. Nuestro lugar feliz.
Al final, se prendieron las luces, y hubo ausencia de fuegos artificiales, así como de algún anuncio para la edición 2025; sólo se anunció un after party. Brutalmente honestos, hay muchas áreas de oportunidad para The Metal Fest MX. Yendo al pasado, también las hubo en los primeros México Metal Fest, donde en cada edición se mejoró para beneplácito de todos los amantes del metal extremo. Que no se vea como una simple queja, los organizadores tienen la culpa por acostumbrarnos a un estándar de calidad excelente. Sin embargo, auguramos lo mejor y definitivamente regresaremos el año que viene.
Aun no comprendo qué es lo que me lleva a desvelarme y viajar cientos de kilómetros a otra ciudad, sólo para ir a cansarme, que me queme el sol, salir con moretones y no comer bien. Miento. Lo sé perfectamente. Es esa sensación de estar en el mosh, nuestro lugar feliz. Eso es The Metal Fest MX.
¿Cuántas veces escribí mosh?
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Fotos por HugoEmeCe