KRANG: skate-punk y amistad
“Ahoj”, “pivo prosím” “děkuji” y “na zdraví”, son cuatro frases esenciales en checo. Considero que dicho idioma es difícil de aprender, pero mi amigo Michal ha sido un excelente maestro. Me ofreció techo y comida (y mucha cerveza) en su natal República Checa el año pasado. En los breves días que estuve allá, descubrí lugares maravillosos y una cultura que todos debemos conocer. No todo es Praga. Y también he caído en cuenta de que la barrera del idioma se rompe con la música. Por eso, al saber que KRANG vendría a México, lo invité al concierto.
KRANG es una banda checa de skate-punk, ubicada en Moravia. Desde 2014 han creado música, lanzando tres trabajos de estudio: “Baddest Brain” (2016), “Singalong” (2018) y “Make Arcade Great Again” (2021). Y en mayo de este año lanzarán “Listen To KRANG Once”. Con un sonido similar a Blink-182 o The Offspring, el cuarteto conformado por Dan, Henry, Stanley y Gabo, regresan a México en su “Back For A Taco Tour”, con presencia en ocho ciudades, incluida San Luis Potosí para el viernes 22 de marzo.
Al llegar a Franky’s en el Centro Histórico potosino, tuve la oportunidad de hablar con los integrantes del grupo. Hablamos de su gira, de su nuevo disco, de la comida picante de los mexicanos, de equipos de béisbol, y de lo emocionados que estaban por la presentación de esa noche. Al final mencioné que uno de sus paisanos vendría a verlos, lo que les sorprendió. Sería el primer checo de la gira que asistiría como público.
Los de KRANG son bastante divertidos. Su nombre viene del cerebro malvado de las Tortugas Ninja. Y si bien tienen canciones para la reflexión como ‘Time is Kicking’, tienen una gran influencia de la cultura pop, desde videojuegos como Mortal Kombat y las “maquinitas”, hasta comics como Hellboy. Nostalgia pura.
Durante la presentación de los abridores, Supernavi, Los Ojos Vacíos y Dkdencia, les presenté a Michal. A partir de ahí, no entendía mucho de lo que hablaron, más que las cuatro frases esenciales del inicio, que por cierto significan “hola”, “cerveza por favor”, “gracias”, y “salud”. Bastante efectivas, y más si las dices a la vez. Escuchando a las bandas, KRANG, Michal y yo prácticamente permanecimos en la pequeña área donde vendían su mercancía, conversando, bebiendo y haciendo de traductores con quienes se acercaban por una foto, autógrafo o comprarles algún disco o playera.
Al llegar su turno, fueron increíbles. Los primeros acordes de la guitarra distorsionada y la batería explosiva hicieron vibrar el suelo y encendieron al público. Dieron un conciertazo. Cada uno de los temas que ejecutaron llenaron de emoción a todos, y se escuchaba bastante bien. Si bien el lugar era reducido, se armó el slam y hasta cargamos gente. No había división entre el conjunto y los espectadores, pero no hubo problema alguno.
El escenario (que, como se mencionó, era inexistente) era simple y sin adornos superfluos. El sudor corría por las frentes, las manos se alzaban en señal de victoria y las sonrisas contagiosas iluminaban nuestros rostros. No importaba la edad, el género, la clase social o la nacionalidad, en ese espacio todos éramos iguales, unidos por la música.
Al culminar y con los oídos aun zumbando, nos despedimos de KRANG, deseándoles un buen viaje y, con la promesa de un regreso pronto, nos tomamos fotografías para la posteridad. El tiempo se difumina con rapidez y más con los buenos amigos. Michal y yo aún seguimos un rato en el bar, platicando y bebiendo, hasta que entrada la madrugada nos despedimos hasta la próxima aventura.
Fotos por HugoEmeCe