La Barranca, virtuosismo y catarsis
Marzo 17, 2025
Una de las etapas formativas del que escribe estas letras (y de quien las está leyendo) fue la adolescencia. Este periodo de desarrollo y crecimiento es crucial para la formación de identidad, siendo la música un pilar primordial. En mis tiempos (millennial dixit), previo al acceso ilimitado que se tiene en la actualidad, una de las maneras de conocer música era a través de revistas físicas. De todas sobresalía la legendaria La Mosca en la Pared, creada por Hugo García Michel, que no sólo destacaba por su tamaño (más cerca de un papel tamaño oficio que de uno tamaño carta), sino por su contenido, que iba más allá de lo musical, pues contaba con la participación de grandes autores como Eusebio Ruvalcaba, José Agustín y Armando Vega Gil.
Las recomendaciones no tenían desperdicio, y de las tantas bandas y artistas que conocí, una agrupación que caló hondo en la psique de su servidor fue La Barranca. Liderada por José Manuel Aguilera, el primer disco que adquirí fue El Fluir, su quinto opus y con una formación increíble, con Alejandro Otaola en la guitarra, y Alonso y José María Arreola en bajo y batería.
No fue hasta 2025 cuando por fin los pude ver en vivo.
El pasado viernes 14 de marzo de 2025, en Bunker 57 de San Luis Potosí, como parte de su gira promocional de Antimateria, La Barranca ofreció un concierto que trascendió el simple espectáculo para convertirse en una experiencia sensorial que atrapó a los asistentes desde el primer acorde hasta el último eco de la guitarra de José Manuel Aguilera.
Antimateria, el más reciente álbum de la banda, destaca por su sofisticación y profundidad. En una entrevista con la revista Nexos, Aguilera mencionó que este disco representa una evolución en su sonido, incorporando conceptos armónicos novedosos y consolidando el aprendizaje de trabajos anteriores. El álbum ha sido reconocido como uno de los mejores discos de rock en español de 2024, reafirmando la posición de La Barranca como una de las agrupaciones más propositivas y auténticas del panorama musical mexicano.
Ahora como quinteto, la banda desplegó un sonido majestuoso, superando incluso la producción de sus discos. Desde los primeros compases de Pandemonium, el público se sumergió en un torbellino de energía y precisión instrumental. El Velo extendió esta atmósfera con su carga melancólica y sus cambios dinámicos, mientras que El Síndrome trajo consigo un estallido de intensidad con sus complejas progresiones rítmicas.
A lo largo de la velada, La Barranca logró equilibrar momentos de introspección con explosiones de fuerza. El Fluir y Nueva Vida demostraron la madurez sonora de la banda, con un ensamble preciso que dejó claro por qué son una de las agrupaciones más respetadas del rock mexicano. Posiblemente Imposible marcó uno de los momentos más emotivos, con Aguilera proyectando su inconfundible lirismo a través de cada verso.
Cuando sonó Antimateria, la pieza central del nuevo disco, la banda alcanzó un clímax sonoro que envolvió al público en una atmósfera hipnótica. La maestría de los músicos quedó plasmada en cada acorde, con los teclados agregando texturas oníricas y la sección rítmica llevando la interpretación a un nivel de precisión impecable. La Lengua del Alma y Cuervos reforzaron este trance colectivo con una ejecución impecable que sobrepasó cualquier expectativa.
Sin descanso, Salvoconducto y La Fuga de Rubén añadieron una dosis de dinamismo con sus estructuras rítmicas envolventes, mientras que Brecha y Diosa llevaron al público a un viaje profundo y nostálgico. La legendaria El Alacrán desató la euforia, con un José Manuel Aguilera entregado a su instrumento, mostrando un virtuosismo que sólo los verdaderos maestros del rock pueden alcanzar.
El tramo final del setlist fue un despliegue de intensidad. Por Donde Pasas y Quémate incendiaron el recinto con su fuerza rítmica, mientras que El Cometa cerró la primera parte del show con una energía delirante. Sin embargo, la noche aún guardaba una última explosión musical: el encore trajo consigo Intacta, Máscara del Relámpago y La Barranca, una trilogía de cierre que reafirmó la maestría sonora del grupo.
José Manuel Aguilera, el alma y cerebro de La Barranca, brilló como un auténtico virtuoso, no sólo con su ejecución impecable en la guitarra, sino con su presencia magnética y su capacidad de transmitir emociones a través de cada nota. Su legado dentro del rock mexicano es innegable, y su actuación en San Luis Potosí dejó una huella imborrable en todos los que presenciaron esta inolvidable velada.
La Barranca no sólo entregó un concierto, sino una lección de arte y sensibilidad musical. Una noche donde la música superó cualquier barrera y se convirtió en un canal de conexión pura entre la banda y su público. Y a título personal, se logró el sueño de tenerlos cerca y disfrutar dos horas de gran maestría musical.
Agradecimientos a José Luis Sandoval y en especial a Torch Hernández Araiza que consigió el autografo del maestro Aguilera en mi disco de El Fluir. Sígan su trabajo en Torch Fotografía.
El setlist del concierto lo escuchas aquí.
Galería de fotos de La Barranca, aquí.