Los discos más odiados por metaleros - Parte 1

Dentro del catálogo de las bandas, siempre aparecen aquellos trabajos que decepcionan, ya sea por su calidad de producción, por estancamiento creativo, o porque apostaron por modas e intentaron experimentar. Aquí tenemos unos ejemplos de discos de grandes bandas de metal consolidadas que en su momento fueron un total fracaso y se ganaron el odio de sus propios fanáticos. 

La tendencia es esa época oscura que fueron los años noventa, donde muchas agrupaciones estaban en la encrucijada de mantenerse fieles a su sonido, o adaptarse para no morir.

Cold Lake (1988) de Celtic Frost

Una banda que comenzó en la vanguardia del metal extremo, cambió drásticamente de sonido y de vestimenta, para copiar la imagen del glam metal de Estados Unidos, buscando el éxito comercial.

Forbidden (1995) de Black Sabbath

En los años turbulentos de Sabbath, con Tony Iommi al frente, y a pesar de tener buenos trabajos con Tony Martin en la voz, este disco en definitiva no fue para nada bueno, posiblemente porque lo produjo Ernie C de Body Count.

Vol. 8: The Threat Is Real (1998) de Anthrax

A pesar de lo controversial de su experimentación con Public Enemy en años pasados, la banda tocó fondo con este disco. A pesar de que colaboraron Phil Anselmo y Dimebag Darrell de Pantera, este trabajo tuvo una pésima recepción.

Virtual XI (1998) de Iron Maiden

Los noventa fueron difíciles para el metal, y una de las agrupaciones que más los sintió fue la doncella de hierro con la salida de Bruce Dickinson. Si bien Blaze Bayley (sus discos solistas son geniales) hizo un buen trabajo, tuvo la desgracia de no ser Dickinson.

The Least Succesful Human Cannonball (1998) de Destruction

Mala señal desde la horrible portada, donde ni siquiera aparecía el logo tradicional de la banda, este disco es un claro ejemplo de la crisis del thrash en los noventa. Sin Schmier al frente, era obvia la intención de entrar a la moda del groove metal. Totalmente olvidable.

Risk (1998) de Megadeth

El “Youthanasia” fue el balance perfecto del sonido thrash de Megadeth con lo comercial. En este punto quieren ir más allá, ablandando su sonido, lo que produjo un disco flojo y sin personalidad.

Demolition (2001) de Judas Priest

Al igual que en el caso de Maiden, Tim “Ripper” Owens es un gran cantante, pero no es el metal god Rob Halford. Se alejaron del heavy metal tradicional, y se enfocaron en sonidos industriales y del nü metal.

St. Anger (2003) de Metallica

Lo único bueno de este disco es el documental “Some Kind Of Monster” donde se ve reflejada la crisis de la banda. Producción cruda, sin solos de guitarra, el peor disco de Metallica, sin contar a “Lulu” ya que ese lo grabaron en conjunto con Lou Reed.

Illud Divinum Insanus (2011) de Morbid Angel

Tras una ausencia de ocho años, regresaron con este álbum donde mezclaron death y metal industrial. No es bueno.

Beloved Antichrist (2018) de Therion

Therion es un referente en el metal sinfónico, con grandes chispas de creatividad e innovación;sin embargo, de un tiempo para acá, es notorio que han perdido el rumbo, experimentando con su sonido. Excesiva duración, enfocado en la ópera y alejado del metal, el resultado es pésimo.

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